jueves, 27 de enero de 2011

Wright y la Casa de la Cascada


El concepto orgánico de la arquitectura wrigthiana se traduce en una verdadera arquitectura de expansión centrífuga, en la que los espacios se generan desde dentro hacia afuera. Un ejemplo magnífico es la llamada Casa de la Cascada.

Wright recibe el encargo de esta obra en 1934 para Edgar Kaufmann, director de una gran tienda en Pittsburg. Se construye en Bear Run, en un paisaje rocoso, vegetal, y surtido de manantiales. La denominada Casa de la Cascada se termina en 1937 y es, desde entonces, una de las piezas claves para comprender no solo a Wright sino a toda la arquitectura del siglo XX.

En ella la continuidad del espacio es un problema que está claramente resuelto, ya que los juegos de grandes planos horizontales de hormigón juegan contra los muros verticales de piedra, pero sin llevar nunca a construir una caja al modo racionalista. Todos los ángulos interiores están disueltos con vidrios y evitan así la cerrazón a la que obliga un diedro de obra opaca. La intercomunicación de los espacios interno y externo queda, así, asegurada. En la Casa de la Cascada la vista se pierde desde el interior al exterior sin solución de continuidad.

La casa se diseña en tres plantas escalonadas, de las cuales la inferior ocupa una gran sala de estar asentada sobre una roca que emerge del suelo para convertirse en base de la chimenea. Una gran terraza de hormigón vuela sobre la cascada, integrándola de un modo espacial en propia vivienda. El piso superior lanza otra terraza cuyo eje forma 90º con la de abajo, sobresaliendo de ella una parte. De este modo sirve para techo y refugio de la inferior, pero al no ocultarla del todo no impide que en una zona de esta el sol sea permanente.

En este recio juego de volúmenes ortogonales se ha creído ver una influencia del estilo racionalista europeo, pero lo que en Le Corbusier era juego volumétrico de valor más bien escultórico, en Wright es pura expansión de espacios interiores. Finalmente para este arquitecto las paredes tienen la esencial misión de dirigir el espacio hacia afuera.

Heredero de la tradición americana de casas de campo en forma de cruz, de carácter centrífugo, basa en esa idea sus primeras viviendas individuales, pero en la Casa de la Cascada desaparece todo vestigio de planta cruciforme, resultando inútil tratar de encontrar en ella cualquier estructura reguladora. La libertad de planta de cada piso es absoluta e independiente y se diseñan en función de las necesidades individuales.

La Casa de la Cascada es, por otra parte, un maravilloso prodigio de aventura técnica. Aprovecha al máximo las innovaciones arquitectónicas que permitían los nuevos materiales, lo cual era constante en los edificios diseñados por Wright. Con la Casa de la Cascada, integrando la naturaleza en toda la vivienda, se cierra una cierta visión romántica de la casa, pero se abre una nueva dimensión espacio-temporal para el refugio del hombre.

0 comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu comentario!

 
Copyright 2009 El otro punto. Powered by Blogger Blogger Templates create by Deluxe Templates. WP by Masterplan